Disociación normativa, lo que todos buscamos. La disociación normativa es ese estado donde nos olvidamos de nuestros propios pensamientos para centrarnos en algo particular, entramos en un estado en el cual estamos tan inmersos que no tenemos conciencia de nosotros mismos, son aquellos momentos donde dejamos de pensar en el presente, en el yo, para simplemente vivirlo… En cuanto notamos un segundo de aburrimiento, la mente se esfuerza en encontrar algo para distraerse, para ocuparse. Cuando la inmersión es total y hay un equilibrio perfecto entre la complejidad de lo que hacemos y las habilidades que tenemos, eso se conoce como estado de Flow. Lo que estamos persiguiendo y siempre perseguiremos. En ese estado no solo nos olvidamos del paso del tiempo, sino que lo sentimos como un momento de mucha satisfacción y felicidad. Un estado así puede casi convertirse en una adicción, buscar una distracción continua. A pesar de que sea completamente normal buscar esa distracción, no lo es hacerlo de forma obsesiva y automática. No es normal, Que mirar el celular se vuelva un impulso justificado con un “no tengo nada mejor que hacer.”, Si tenemos solo unos minutos, son solo unos minutos, no podemos hacer otra cosa. Y si son muchas horas libres es porque son muchas horas. No es que no haya más posibilidades, solo que hacerlas. Requiere una motivación más grande que rebuscar en el bolsillo. ¿Qué hago si no tengo nada mejor que hacer?, ¿Me quedo ahí sin hacer nada? Sí. La genética es el punto más importante para determinar la facilidad para motivarnos. Dos personas haciendo exactamente la misma cantidad de ejercicio y comiendo lo mismo recibirán recompensas químicas diferentes, uno va a sentir una gran cantidad de motivación para seguir haciéndolo, el otro apenas va a sentir algo. Hablan de lo mismo, pero no están experimentando lo mismo. Como los colores, el verde es verde, pero mi verde no es tu verde. Al procesarlo de manera diferente y no sentir lo mismo, va a buscar alternativas más fuertes, le atraerá la comida rápida porque tiene más azúcar y grasa y las redes sociales le harán sentir que está siendo productivo al estar ocupado con el bombardeo constante de contenido.
Al consumir entretenimiento sin antes recibir aburrimiento, la tolerancia al mismo aburrimiento disminuye, lo que significa que nos volvemos más propensos a la frustración. Al igual que un niño criado con celular, al no tener el mismo llora y grita porque no sabe manejar sus emociones. Cuando mirar el celular se vuelve un impulso, significa que como el niño criado con celular, no sabemos como manejar nuestras emociones. En vez de aprender a hacerlo por nosotros mismos, lo exteriorizamos con el entretenimiento, la distracción continua que proporciona el celular e internet.
El mundo se ha vuelto un lugar más aburrido, sí. Pero solo porque nos empeñamos en matar el aburrimiento constantemente. Suena paradójico dicho de esa manera, pero piénsalo así. Los mejores descansos los tenemos cuando estamos cansados, las mejores comidas cuando tenemos hambre. Y aunque no lo recordemos, vivimos nuestros mejores momentos después de un gran aburrimiento.
Cuando nos trasladamos, miramos el celular, cuando esperamos la comida en un restaurante, miramos el celular, cuando estamos viendo la televisión, miramos el celular, cuando nos levantamos, cuando nos acostamos, en el baño, el celular es lo primero que buscamos cuando salimos de bañarnos. Cuando estamos jugando tenemos un video de fondo, un directo de fondo, muchas pestañas abiertas con videos a medias… Paramos solamente para mirar el celular. ¿Por qué sentís tanta fatiga a pesar de no hacer nada?, ¿Por qué tienes mil ideas que siempre dejamos a medias?, ¿Por qué te frustra tanto cualquier situación donde no tienes el celular?
Si tu rutina es mínimamente parecida a lo anterior, no tienes tiempo libre, y eso es exactamente lo que buscas. Porque para muchos el tiempo libre real es un castigo. Los deja a solas con sus pensamientos, divagan y terminan en lugares donde no quieren estar. En una era donde la información es lo más importante, todos van a buscar robarte cada segundo de tu vida. La última pieza que falta para optimizar la perdida de tiempo, sos vos.
El tiempo no pasa más rápido por hacerte mayor. El tiempo pasa más rápido porque con los años perfeccionaste la perdida de tiempo. Saltas de distracción en distracción tan rápido y con tanta habilidad que no te permitís sentirte un segundo de verdadero tiempo libre. Ni un segundo le das a tu mente para preguntarse,“”¿Y ahora qué?“”
El filósofo Byung-Chul Han propuso que cuando una sociedad se enfoca tan agresivamente en el rendimiento, el individuo tiende a la auto optimización. Suena bien, pero en la práctica crea un escenario donde la persona se explota voluntariamente a sí misma en una búsqueda incesante de logros, generando problemas mentales como estar quemado, fatigado constantemente, depresivo y desarrollando una forma de atención fragmentada y dispersa que llama hiperatención. La hiperatención suena como algo bueno, pero significa saltar constantemente entre tareas, fuentes de información, contenido en general. Dándole a cada actividad el mínimo de atención. Esto es lo que nos lleva a tener una película de fondo y estar con el celular hablando con alguien, viendo alguna publicación o jugando, todo al mismo tiempo, saltando entre todas esas actividades.
Mucha gente confunde la disociación normativa con el TDAH, el TDAH es un trastorno con el que se nace, no puede ser corregido por simple voluntad. Sin embargo, la hiperatención es un rasgo cultural aprendido y como tal puede ser desaprendido. Muchos puntos se ven y se sienten increíblemente similares. Algunos efectos son los mismos. Una atención tan dispersa drena la motivación. Una mente ocupada no deja espacio para nada. Nada malo, pero tampoco nada bueno. La distracción es lo que se recomienda a quienes están pasando mal, y, sin embargo, una distracción continua nunca les hará sentirse bien.
Esta hiperatención es una regresión. La capacidad de concentración es esencial para sobrevivir. Cualquier otro animal del mundo se extinguiría en pocos años si desarrollaran esta actitud. Serían incapaces de dar prioridades y distinguir lo que por instinto saben que es más importante.
No desarrollamos la hiperatención porque sea mejor, sino porque nos hace sentir mejor cuando lo único que se pide es continuo rendimiento.
Los logros son buenos, pero pretender conseguirlos de manera constante solo lleva al agotamiento, a quemarse. Y este tipo de agotamiento no se va descansando. Ningunas vacaciones, por más que duren lo que duren, te van a recuperar, porque lo que necesitas es un cambio de mentalidad.
La auto optimización no es solo labora, también optimizamos el ocio, el tiempo libre, y eso de alguna manera siempre pasa por usar el celular de manera compulsiva, porque en un mundo digital como el nuestro, el simple hecho de estar conectado se percibe productivo. Hacer scroll infinitamente no es el culmen de la productividad, pero nuestro cerebro cree que sí, y con eso basta. Siempre que tengas el celular en la mano, das la imagen de ser una persona ocupada, centrada en algo, aunque estés viendo videos de gatos. Por el contrario, la persona que no tiene el celular en la mano se percibe como improductiva, no tener nada en la mano se ve tan raro que hasta le pusieron un nombre que llamaron tendencia, llamaron tendencia a sentarse tranquilo. Si eso no es una señal clara de un mundo hiperacelerado. El ejercicio se optimiza, las dietas se optimizan, los viajes en avión se optimizan, el ocio se optimiza.
El uso compulsivo del celular e internet tiende a la sobreinformación. Da igual que solo quieras ver memes, tarde o temprano vas a terminar con inundado de información completamente inútil que jamás influirá o te afectará en toda tu vida, para lo único que sirve es para crearte frustración. ¿Y qué? ¿La ignorancia es mejor? En este caso, donde la información solo sirve para dar de que hablar, que se trata como un circo donde el que emite la información y el que la recibe no les importa lo más mínimo. Sí, compara la información con la comida. Esta debe ser vista como una necesidad básica del ser humano, una que debe consumirse con moderación. Pero la comida ya no es solo comida, es un negocio explotable, una competición para ver quién crea el producto que te haga consumirlo aun cuando no tienes hambre o sed. El que te haga consumirlo por entretenimiento. Pasa lo mismo con la información, aunque el ser humano siente estar informado como una necesidad básica, hoy por hoy el negocio de la información se ha explotado hasta el punto de convertirlo en otra forma de entretenimiento. Y si la comida consumida por entretenimiento resulta en sobrepeso, la información consumida por entretenimiento resulta en sobrecarga de información. Esta es la parte negativa de la era de la información, el 99% de ella es inútil o potencialmente peligrosa si no sabes con qué intención fue creada, (propaganda). Esta sobrecarga crea fatiga, estrés, frustración, mata la motivación. Moldeas tu personalidad y emociones con base en una realidad que no es la tuya. Consumir tal cantidad de información cada día hace que resulte imposible analizarla, por lo que sencillamente creeremos en lo que nos haga sentir mejor. El mundo está buscando masivamente ese estado de Flow perpetuo, usándolo como remedio a la angustia que provoca la falta de finalidades auténticas.
Para que el tiempo libre se presente de forma real se necesita sentir aburrimiento, tan prologado en el tiempo que te anime a hacer algo fuera de lo común, algo que no haces diariamente. Pero dado que tratamos el aburrimiento como una enfermedad que tenemos que evitar matándolo tan rápido como lo sentimos, con una lista interminable creada con los años, internet, juegos, amigos, matamos con él también la motivación necesaria para innovar. Como recordó Han citando a la figura histórica Blaise Pascal, “todos los problemas del hombre provienen de la incapacidad de sentarse tranquilo en una habitación.”
Mucho se compara esta sociedad con lo escrito por George Orwell en 1984, y muy poco con un mundo feliz de Aldous Huxley cuando estamos más cerca de este segundo que del primero. En un mundo feliz, Huxley crea una sociedad utópica donde la tristeza es vista como algo esencialmente dañino y, por lo tanto, todos los esfuerzos se dirigen a eliminarla, llegando a forzar la felicidad a través de un medicamento llamado Soma. Las personas de ese mundo pueden tomarla en cualquier momento para evitar cualquier sentimiento negativo, ansiedad, tristeza, aburrimiento, o simples momentos incómodos. Esa droga es la única razón por la que un mundo feliz puede funcionar, lo único que mantiene el conformismo, y sean dóciles para hacer aquello para lo que han sido programados socialmente. Esa “Droga de la Felicidad” la estás consumiendo ahora mismo. Soma es tu celular, es internet, Soma es la comida que comes aun cuando no tienes hambre, las series, juegos y películas que consumís antes de sentir siquiera aburrimiento. Soma es cada aspecto de la vida transformada en una forma de entretenimiento lo más adictiva posible. Un medicamento moderno, siempre a mano, con dosis que puedes administrarte en cualquier momento para conseguir rápidamente un estado de gratificación que aporta la disociación normativa, la distracción en su nivel más bajo y básico. No serás capaz de conseguir un estado de profunda inversión con el celular. Pero eso no importa. Lo que importa es que es continuo y requiere esfuerzo. Todo esto no es una idea nueva ni accidental, dale al pueblo pan y circo y te obedecerán. Viejas ideas, misma finalidad. Pueblo distraído, se conforma. Divertirse hasta morir. Como diría Neil Postman, Orwell temía que lo que odiamos terminara arruinándonos. Huxley temía que aquello que amamos llegara a ser lo que nos arruinara. La gente llegará a adorar las tecnologías que anulen su capacidad de pensar.